“La religión en la política” es un tópico lo suficientemente acalorado como para provocar un alboroto de cantina, o hacer caer los cubículos de las oficinas modernas. No obstante, no hay un desplazamiento de la pasión religiosa que alimentó al abolicionismo, y a los posteriores movimientos de derechos civiles. Para bien o para mal, los estadounidenses heredaron tanto la esclavitud como el cristianismo de los británicos. Mientras la esclavitud se burlaba de la retórica de nuestra Declaración de la Independencia (“todos los hombres son creados iguales”), unos pocos en Gran Bretaña y los Estados Unidos se sentían entusiastas respecto de terminar con la esclavitud porque la misma violaba las enseñanzas morales de Jesús Cristo y también el espíritu de la Declaración: cada uno de nosotros “dotado por nuestro Creador” con los derechos a “la vida, la libertad, y a la búsqueda de la felicidad”.
El fervor del abolicionismo proviene del Nuevo Testamento, un texto literario que proporciona los principios universales del derecho natural para atacar a la esclavitud. La fe cruzó fronteras y océanos, con cristianos tanto en Gran Bretaña como en Estados Unidos invocando el derecho natural para primero terminar con el comercio de esclavos (1807) y luego para abolirlo por completo dentro del Imperio Británico (1833).
La historia en verdad se inicia en Gran Bretaña, donde un atípico miembro del Parlamento, William Wilberforce, corajudamente enarboló la causa de la emancipación humana, no obstante la oposición virtualmente universal. Hijo de un próspero comerciante, el joven Wilberforce llevaba el estilo de vida hedonista de un estudiante universitario en Cambridge. Aburrido del negocio paterno, ingresó al Parlamento a los 21 años de edad he hizo fácilmente amigos. Cinco años después, experimentó una conversión que lo llevó a dedicar su vida a liberar a aquellos en sumisión. En 1791, su proyecto de ley para abolir el comercio de esclavos fracazó por un amplio margen pero insistió. En 1807, Wilberforce publicó A Letter on the Abolition of the Slave Trade en vísperas de la abrumadora votación del Parlamento para poner fin al comercio de seres humanos—un cambio destacable en quince años. En 1823, “el politico de Dios” inició una campaña de diez años para terminar por completo con la esclavitud, publicando su obra Appeal to the Religion, Justice and Humanity of the Inhabitants of the British Empire in Behalf of the Negro Slaves in the West Indies, en la cual sostenía que la emancipación total e incondicional era un “deber ante Dios” de carácter moral y ético. Wilberforce falleció en 1833 apenas cuando el Parlamento abolía la esclavitud. Su amigo John Newton, alguna vez uno de los más crueles comerciantes de esclavos, más adelante en su vida experimento una experiencia de “conversión” similar y escribió la famosa canción “Amazing Grace”—de ahí el título de la película acerca de la impresionante campaña de Wilberforce en contra de la esclavitud.
Bajo el liderazgo de Wilberforce, el movimiento en contra de la esclavitud en Gran Bretaña desarrolló tácticas similares a las de los abolicionistas estadounidenses: oradores en circuitos de conferencias, peticiones masivas al Congreso, distribución de tratados abolicionistas, y el empleo de mujeres “respetables” como defensoras de la causa. Los abolicionistas estadounidenses enfrentaron grandes peligros, incluidos el “amordazamiento” de las peticiones al Congreso, la confiscación de la correspondencia abolicionista en el sur, y las amenazas de muerte. A pesar de las diferencias, tanto en Gran Bretaña como en los Estados Unidos, individuos inspirados en el cristianismo fueron impulsados a organizarse en oposición a la propiedad de un hombre de otro hombre.
La esclavitud, por su puesto, nunca desapareció por completo. Lamentablemente, millones permanecen esclavizados en África, Asia, y otras partes. Inspirados por el ejemplo de Wilberforce, los productores de Amazing Grace esperan provocar a la opinion pública en contra del comercio de esclavos a través de un sitio en Internet, www.amazinggracemovie.com, que patrocina “El cambio maravilloso” para lanzar “una campaña para abolir la esclavitud contemporánea y permitir a niños y adultos de todo el mundo vivir en libertad”. Motivado por la cristiandad o no, este es un ejemplo de “religión en la política” con el que los liberales y conservadores perfectamente podrían coincidir.
Fuente: The Independent Institute.
Autor: Jonathan J. Bean (Orange County Register 28/2/2007 ) es Investigador Asociado en el Independent Institute, Profesor de Historia en la Southern Illinois University, y director del libro de próxima aparición, Race and Liberty: The Classical Liberal Tradition of Civil Rights.
Traduccion: Gabriel Gasave
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