domingo, 15 de mayo de 2011

La yihad contra los cristianos

Blanco de la violencia de los radicales, las comunidades cristianas de Oriente Próximo se desangran entre ataques, discriminación económica y persecución judicial. A este ritmo, en una década ya no habrá cristianos en Irak, advierten los expertos.Meses antes de la matanza en una iglesia de Alejandría, el pasado 1 de enero; del asesinato del único cristiano del Gabinete pakistaní o del río de sangre que corrió el domingo en El Cairo, un grupo de trabajo del Vaticano formado por representantes de distintas religiones había advertido de la amenaza que se cierne sobre las minorías de Oriente Próximo y, especialmente, sobre la comunidad cristiana. La de Egipto, la mayor de la región (un 10% de la población, unos 8 millones de personas), es el blanco preferido de los radicales, aunque el optimismo que alentó la Revolución del 25 de Enero pareciese cerrar el abismo que separa la mayoría musulmana del resto de las confesiones: en la plaza de Tahrir se vieron un sinfín de pancartas en las que cruces y medias lunas coexistían. La transición posMubarak avanza hoy a buen paso, pero el acoso a los cristianos no da en absoluto señales de alivio.

En esa reunión ecuménica, celebrada en otoño pasado en Roma, el libanés Muhammad Sammak, consejero del exprimer ministro Saad Hariri, lanzó una advertencia: la desaparición de las minorías de Oriente Próximo, ya sea por aniquilación, por emigración o por asfixia económica, compromete gravemente la herencia cultural y menoscaba el tejido social del país. Porque los cristianos son solo una minoría en números (unos 12 millones de personas en total), no en significado: un copto de El Cairo es tan árabe y tan egipcio como un suní nacido en Alejandría o el valle del Nilo. Lo mismo puede decirse de un caldeo o un asirio iraquí, o de los cristianos sirios: la existencia de todos ellos atestigua siglos de presencia común y compartida. "Tenemos dos mil años de historia, somos los primeros cristianos de la zona. Hablar de minorías parece implicar un papel subordinado o trasplantado, ajeno a la mayoría, pero culturalmente hemos contribuido al desarrollo de Irak tanto como los musulmanes. Y desde luego nos sentimos tan árabes y tan iraquíes como ellos", señala Rad Salaam, cristiano caldeo exiliado en España tras la primera guerra del Golfo (1991).

La persecución de que son objeto está mermando numéricamente sus comunidades con proporciones de sangría. Según datos recopilados por el Barnabas Fund, una organización de apoyo a las minorías cristianas en el mundo con base en Inglaterra, de los 1,5 millones de cristianos que había en Irak en 1990, hoy solo quedan alrededor de 400.000, en una estimación optimista; Salam calcula que los que resisten no son más de 250.000, y casi todos en el norte, donde la violencia desatada entre suníes y chiíes llega con sordina. "Si el ritmo de desaparición se mantiene, dentro de una década no habrá cristianos en Irak", ha avisado Muhammad Sammak, presidente de la Comisión de Diálogo Cristiano-Musulmán. El recurso a la emigración ha colmado los campamentos de refugiados de Siria y Jordania, donde los cristianos son alrededor del 30% entre los desplazados iraquíes, según el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur).

Junto con el declive demográfico -son comunidades esencialmente endogámicas; los matrimonios mixtos con representantes de otras confesiones no son habituales, y si los hay son casus belli-, hay otro factor que opaca la cada vez más débil presencia pública de los cristianos en la región: la persecución judicial. La traslación al ordenamiento jurídico de pecados como la blasfemia constituye la mejor manera de yugular cualquier conato de crítica. Las leyes contra la blasfemia -al islam, se entiende- vigentes en numerosos países de la zona permiten encarcelar a alguien por una falta que, en otras latitudes, solo sería percibida como exabrupto. Aunque pecado no sea igual a delito, ni semántica ni jurídicamente hablando, la ley antiblasfemia es un brazo ejecutor muy eficaz para zanjar cualquier diferencia vecinal (como en el caso de Asia Bibi, la campesina condenada a muerte en Pakistán por ofender al profeta Mahoma cuando discutía con otras mujeres, musulmanas, sobre el agua de un pozo) o reprimir cualquier atisbo de disidencia, como los casos del bloguero egipcio que pasó varios meses en la cárcel por el mismo delito que aquella, una presunta blasfemia, o el periodista afgano encarcelado en 2008 y liberado un año después, tras purgar entre rejas una opinión desviada. En este sentido, tanto el Departamento de Estado norteamericano como la Unión Europea han manifestado su inquietud ante los reiterados intentos de la Organización de la Conferencia Islámica (OCI) de promover en el seno de la Asamblea General de Naciones Unidas una resolución contra la blasfemia. Año tras año, la OCI, por medio de alguno del medio centenar de sus miembros -el último que presentó la propuesta fue Marruecos-, maniobra para que la Asamblea adopte un texto "contra la difamación de las religiones", sea lo que fuere eso.

A diferencia de los cristianos libaneses, que durante décadas han gozado de preeminencia económica y política en el país -la presidencia de Líbano sigue estando reservada a un cristiano, según el tradicional reparto sectario de las principales instituciones-, los cristianos de Oriente Próximo y, por extensión, de otros países con mayorías musulmanas, no son grupos de poder o presión; al contrario, como ocurre en Egipto o en Pakistán (1% de la población), "la persecución supone en muchos casos el abandono de bienes y hacienda por parte de los cristianos, que se ven obligados a huir de sus lugares de residencia para salvar la vida. Los vecinos musulmanes son los que se quedan con todo", relata desde Karachi Jalid Gill, de la Asociación de Abogados Cristianos de Pakistán. "Así es más fácil: no se atreverían a meterse con un magistrado, o con un empresario, pero con unos pobres campesinos o un tendero la limpieza [religiosa] es total; y no estoy hablando de incidentes que salgan a la luz pública, sino de un acoso sistemático, diario, que pretende borrar a los cristianos del mapa". Pero la violencia no solo se ceba en las clases bajas: tanto el ministro para las Minorías como el gobernador del Punjab, asesinados recientemente, habían mostrado su oposición a las leyes contra la blasfemia.

En los campos de Pakistán, o en barrios como el de Mokkata, en El Cairo, un gueto cristiano donde sus habitantes viven de recoger y vender basura, los cristianos atraviesan momentos de pesadumbre y miedo. O en Mosul, en el Kurdistán iraquí, donde se refugian muchos de los últimos cristianos iraquíes. Contra ellos se abate la yihad, la guerra santa contra el infiel, aunque el infiel sea la mayor parte de las veces el vecino de al lado o el tendero de la esquina.



Fuente: ElPais.com
Autor: María Antonia Sánchez-Vallejo




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martes, 10 de mayo de 2011

Ataque mortal de musulmanes a cristianos en Egipto

Al menos 12 muertos y 186 heridos en enfrentamientos sectarios en El Cairo. Un grupo de salafistas asalta una Iglesia en la que creían que se encontraba retenida una copta convertida al Islam
Al menos 12 personas han muerto y más de 180 han resultado heridas, 11 de ellas muy graves, en un nuevo enfrentamiento armado registrado anoche entre cristianos y musulmanes en Egipto. En el barrio de Imbaba, en El Cairo, la calma iba regresando despacio mientras los rescoldos del incendio de la Iglesia de Mar Mina aún humeaba después de que durante la pasada noche un grupo de musulmanes salafíes la atacaran al creer que los cristianos mantenían encerrada allí a una copta convertida al islam. También los ánimos seguían encendidos entre los vecinos que seguían acudiendo al lugar. Se ha producido igual número de víctimas de cada confesión, según Ali Abdel Rahman, gobernador de la provincia de Giza.

El primer ministro Essam Sharaf, se ha apresurado a convocar la reunión del Consejo de Ministros y ha aplazado un viaje al Golfo Pérsico que debía llevarle en su primera parada a Bahréin. En declaraciones a la televisión, el gobernador de Giza, que incluye amplios sectores del Gran Cairo y donde se encuentra Imbaba, dijo que el Ejército y la Policía habían logrado devolver la calma a ese barrio, sin embargo algunos vecinos protestaban esta mañana ante la indefensión que sienten y acusaban al Ejército de "dejar hacer" a los exaltados. No ha sido posible establecer quién empezó el enfrentamiento y de dónde procedían los disparos. También fueron lanzados cócteles molotov.

En un comunicado emitido a través de su página de Facebook, el Consejo Superior de las fuerzas Armadas que gobierna de facto del país afirmó que había 190 detenidos y que iban a ser trasladados a un tribunal militar superior y que se iba a "condenar y castigar de forma ejemplar a quién se le ocurra jugar con los valores de este país". La Junta militar piensa también crear un comité que evalúe los daños y que establezca compensaciones económicas para los afectados. El Consejo resalta en su comunicado "los peligros graves que rodean a Egipto en este periodo (...) y exige a todas las ramas del pueblo y a los jóvenes de la revolución y las fuerzas nacionales, así como a los líderes religiosos, tanto musulmanes como cristianos, que hagan un frente común contra el intento de romper el tejido de la nación".

El Consejo Superior de Las Fuerzas Armadas considera que "no se puede volver al pasado y que no hay otra meta que alcanzar que la estabilidad y la seguridad y la consecución de los objetivos de la revolución sin importar lo que haya que sacrificar".


Violencia en aumento

Los actos violentos entre miembros de ambas comunidades son habituales en los últimos meses. La pasada navidad, un atentado en la iglesia de los Dos Santos en Alejandría que dejó 24 muertos, encendió los ánimos entre los fieles y durante semanas se produjeron enfrentamientos que se localizaron principalmente en el sur del país, una de las más conservadoras y donde la comunidad cristiana tiene importantes raíces históricas. Sin embargo, la Fiscalía general ha abierto una investigación para determinar la implicación del ex ministro de Interior Habib El Adly en dicho atentado. Al parecer el objetivo del ataque habría sido culpar a los islamistas y encender los ánimos entre cristianos y musulmanes.

Poco después de la caída del presidente Hosni Mubarak, tras 18 días de protestas, se produjo otro grave enfrentamiento entre miembros de ambas confesiones que se saldó con nueve muertos. Durante una manifestación para protestar por la quema de una iglesia, un grupo de musulmanes irrumpieron en el barrio de Moqqatam, un suburbio de El Cairo de mayoría cristiana. Sin embargo con el paso de los días se asentó la idea de que la batalla fue provocada por matones del depuesto régimen que intentaban sembrar el desconcierto y el odio para demostrar que sin Mubarak Egipto se sumiría en el caos.

"Debemos acabar con la violencia, no debemos permitir que esas personas arruinen lo que hemos logrado en la revolución de enero", ha señalado Essam El Erian, portavoz de los Hermanos Musulmanes, en una entrevista televisiva. "El incidente de Imbaba muestra claramente que hay algunas personas que todavía están trabajando entre bastidores para inflamar la lucha sectaria en Egipto", explicó. "Yo creo que esas personas pertenecen al Partido Nacional Democrático [de Hosni Mubarak] y todavía están decididos a desintegrar cualquier cosa adquirida en la revolución", concluyó.

Los musulmanes que han protagonizado el ataque de esta noche pertenecen a la corriente de los salafíes, una de las más rigurosas del islam y que cada día está ganando más terreno en Egipto. Después de mantener un perfil bajo durante el régimen de Mubarak, desde el 11 de febrero, los salafistas están ganando presencia en las calles egipcias. Esta semana protagonizaron una protesta en el centro de la capital por el asesinato del líder de Al Qaeda, Osama Bin Laden, a manos estadounidenses, e intentaron llegar a la embajada del país norteamericano.

Los cristianos egipcios, mayoritariamente coptos, representan el 10 por ciento de la población del país, calculada en unos 75 millones de habitantes. Al Qaeda ha lanzado en varias ocasiones amenazas contra las poblaciones cristianas en Oriente Próximo.

La violencia sectaria amenaza con hacer descarrilar el proceso que se inició el 25 de enero y que durante 18 días tuvo al mundo pendiente del pulso que el pueblo egipcio mantenía en la plaza de Tahrir. Finalmente el régimen de Hosni Mubarak cayó y este, al igual que muchos de sus hombres fuertes, se encuentran detenidos y acusados de diversos delitos que van desde el blanqueo y la malversación hasta el asesinato deliberado de 846 manifestantes desarmados. El propio Mubarak podría enfrentarse a la pena capital por esta acusación.





Fuente: ElPais.com / Al menos 12 muertos y 186 heridos en enfrentamientos sectarios en El Cairo
Autor: Nuria Tesón / El Cairo
Fotografía: Funeral por las víctimas de los choques entres coptos y musulmanes en Egipto / AFP


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