martes, 28 de febrero de 2012

Musulmanes radicales quieren implantar la sharía en Europa

Cuando Abu Imran, portavoz del grupo "Sharia4Belgium", instó la pasada primavera a Carla Bruni a divorciarse de Sarkozy y convertirse al islam, se alzó como un destacado líder dentro de estos colectivos musulmanes radicales en Europa. Son pocos, pero hacen mucho ruido: alimentan los anhelos conquistadores de unos y los miedos a una invasión extranjera de otros. Se proclaman contrarios a la democracia, creen ciegamente que Europa será un día territorio musulmán y luchan abiertamente por imponer sus valores. En declaraciones exclusivas a ABC, Abu Imran, líder de "ShariaforBelgium" afirman que "un musulmán de verdad no utiliza la democracia para alcanzar el poder y establecer el islam. Participar en las elecciones sin creer en ellas es un engaño. En un estado de guerra, está permitido engañar a los enemigos, pero en asuntos de política no vemos a los infieles como enemigos, sino aliados con los que establecer pactos".

Sus homólogos en Holanda, "ShariaforHolland", desarrollan un poco más esta teoría: "Como musulmanes, creemos que hay un pacto con los infieles para que nuestras familias y nuestra riqueza estén protegidas, por eso no podemos engañarles. Por eso somos sinceros y decimos alto y claro cuáles son nuestras intenciones. Ya lo dijo Alá, el mundo entero estará regido por mis leyes".

Según los expertos, en los últimos años ha habido un evidente cambio de estrategia en la forma en que este tipo de grupos fundamentalistas se dirige a la sociedad: "Son segundas y terceras generaciones de grupos que comenzaron en la década de los noventa, durante la guerra de los Balcanes, especialmente en Reino Unido, y que han aprendido cómo moverse en el límite de lo legal. Saben qué cosas pueden decir y qué cosas no. Además, han sabido muy bien adaptarse a las nuevas tecnologías para llegar a más gente y difundir su mensaje", explica Lorenzo Vidino, experto en islamismo y violencia en Europa.

Las consecuencias de este tipo de declaraciones radicales y de comportamientos extremos son preocupantes, especialmente para la gran mayoría de musulmanes que no pertenece a estos grupos fundamentalistas. Edwin Bakker, director del Centro Internacional de Terrorismo y Contraterrorismo (International Centre for Counter-Terrorism), situado en La Haya (Holanda), afirma que "las actividades de unos pocos musulmanes radicales tienen un impacto en la imagen de la comunidad musulmana en su conjunto. A todos se les considera extremistas que quieren conquistar Europa. Y algunos políticos y medios de comunicación les dan crédito". Sin embargo, y a un nivel más local, "estos grupos pueden suponer un problema para quienes no viven de acuerdo con sus reglas", señala.

Muchos de estos colectivos radicales ya patrullan las calles de distintas ciudades europeas con el objetivo de establecer la sharía (ley islámica) y "mantener a los jóvenes musulmanes apartados de las drogas y el alcohol", en palabras de Adnan Avdic, miembro de Los Seguidores del Profeta, un grupo fundamentalista islámico en Dinamarca1. Uno de los líderes musulmanes más conocido —y polémico— en Reino Unido, Anjem Choudary, asegura que, muy pronto, el islamismo se hará tan fuerte en Europa como para evitar la entrada de infieles a determinadas áreas: "Se prevé que pronto seremos tantos como para conseguir el control, la seguridad y la autoridad en algunos lugares, donde implantaremos la ley islámica y evitaremos la entrada de intrusos".

Sus hermanos musulmanes de "ShariaforBelgium" y "ShariaforHolland" corroboran sus palabras: "Cada vez hay más no-musulmanes que se dan cuenta de esta realidad. El establecimiento de la sharía no sólo ayudaría a nuestros países, también salvaría a la sociedad de la miseria que la ley humana ha causado: la explotación de mujeres terminaría, el alcohol se prohibiría y el gas, el agua y la electricidad serían gratis para todos".

Este tipo de declaraciones da alas a quienes temen por el futuro de los valores occidentales. Y a aquellos que hablan de una radicalización del islam. Sin embargo, para Rik Coolsaet, autor de varios libros sobre terrorismo islámico y miembro de la Red Europea de Expertos en Radicalización (ENER, sus siglas en inglés), "son muchos quienes meten en el mismo saco a las mujeres que usan velo, a los hombres que llevan pantalones salafistas (por encima del tobillo), a los predicadores y a los propios terroristas, y hablan de radicalización. Esto vacía la palabra de significado. La realidad es que el número de musulmanes integrados en la sociedad crece".

Lo que no significa que esta minoría no suponga ninguna amenaza. Según Edwin Bakker, "los servicios secretos deben seguirlos de cerca. Pero la mejor defensa contra ellos es el enorme grupo de musulmanes moderados que reniegan de las ideas retrógradas de unos pocos que sólo son expertos en crear problemas".





Fuente: ABC.es
Autor: Ana Martinez / Corresponsal en Copenhaguen
Fotografía: Musulmanes radicales se manifiestan en Amsterdam a favor de la implantación de la ley islámica
Referencia: 1. Gendarmes de la sharía en Europa. Por Ana Martínez / Abc.es
Nota:
adjunto al texto principal,

• Juicios en teterías y mezquitas. Por A. Martínez

Un sistema judicial paralelo, una corte que dicta sentencia ajena a las leyes democráticas. Jueces que usan la sharía. El riesgo de islamización de la justicia es un asunto que preocupa a los expertos. «A un musulmán le está prohibido acudir a la Policía o al juzgado, lugares regidos por leyes hechas por el hombre y que se modifican en función de los deseos de unos y otros. Utilizamos las leyes de Alá para resolver los conflictos internos y pedimos a nuestros hermanos musulmanes que no acudan a esos teatros», explican portavoces de «Sharia4Holland» y «ShariaforBelgium». Mezquitas y teterías de Munich, Amsterdam, Londres o Copenhague son testigos silenciosos de juicios y sentencias dictadas por sabios musulmanes.






+ Leer más...

domingo, 19 de febrero de 2012

¿Qué implicaciones políticas tiene el “In God We Trust” que EEUU adoptó como lema nacional?

En una medida un tanto anacrónica, la Cámara de Representantes de Estados Unidos decidió reafirmar la frase "In God We Trust” como lema nacional, sin considerar que la confianza pública descansa más bien en las libertades y los derechos que en las creencias religiosas.Esta semana la Cámara de Representantes de Estados Unidos aprobó por con 396 votos a favor y 9 en contra conservar el “In God We Trust” [“En Dios confiamos”] en los billetes que imprime el gobierno y que distingue a las instituciones públicas, además de nombrarlo el “motto [lema] oficial de los Estados Unidos”.

Muchos analistas han considerado con recelo esta reafirmación de dudoso patriotismo, sobre todo porque como frase nacional esta es más bien reciente: si bien forma parte de las leyendas de monedas y billetes desde 1864, fue solo en 1956, en plena Guerra Fría, cuando se le elevó a rango de “motto oficial”, a despecho del “E Pluribus Unum” [“de muchos, uno”] que se consigan en el Acta de 1782.

La adopción de dicho lema es más o menos comprensible en un contexto en que era necesario, por parte del sector político gobernante, estimular el apego de las mayorías por su nación, referir el nacionalismo a una entidad superior y, simultáneamente, granjearse el supuesto favor de la divinidad a la que apelaban. En este sentido, el complemento (ideo)lógico para el “Confiamos en Dios” sería “Porque Dios está de nuestro lado”.

Sin embargo, ahora, más de 50 años después, con la distribución geopolítica diametralmente distinta a la de entonces, con el franco declive de la fe en el Dios de los cristianos, esa reafirmación suena un tanto anacrónica y, si es que todavía es posible hablar de esto, distante de un hipotético anhelo colectivo que pudiera compartir la mayoría de los estadounidenses, además de otras circunstancias culturales que atinadamente señala Michael Shermer de Los Angeles Times1:

Lo que es problemático —y debería perturbar a cualquier ciudadano ilustrado de una nación moderna como la nuestra— es la implicación de que en esta era de ciencia y tecnología, de computadoras y ciberespacio, de democracias liberales asegurando los derechos y las libertades de los pueblos oprimidos en todo el mundo, cualquiera pueda todavía sostener la creencia de que la religión tiene el monopolio sobre la moralidad y de que el fundamento de la confianza se basa en grabar cuatro palabras en ladrillos y papel.

Quizá podría preguntársele a Sherme, a la vista de esta aprobación, si de verdad la suya es una “nación moderna” de “ciudadanos ilustrados”. De entrada, los 396 miembros de la Cámara de Representantes que votaron a favor de la propuesta parecería que difícilmente se ajustan a dicha clasificación.

Sea como fuere, Shermer tiene razón al preferir una postura política verdaderamente liberal, laica, que destierre de todo discurso público toda referencia a alguna creencia religiosa (porque estas pertenecen al ámbito privado, subjetivo, donde cualquiera tiene derecho a creer en lo que quiera sin que otros le obliguen a creer en otra cosa). Sobre la libertad en que Estados Unidos fue fundado, Shermer dice: “Dios no tiene nada que ver en eso”. En lugar de Dios, la confianza descansa en la seguridad de que el Estado garantice una serie de libertades (de prensa, de asociación, de movimiento, etc.) y derechos (a la propiedad, la estabilidad económica, a un entorno limpio y seguro, entre otros) que al obtenerse y mantenerse incrementan la confianza entre los ciudadanos y de los ciudadanos hacia su gobierno.

Y concluye Shermer:

Así, parece que los estadounidenses están más conscientes ahora que hace medio siglo de que nos toca a nosotros asegurar nuestra libertad por medio de políticas seculares inteligentes con aplicaciones sociales prácticas más que con esperanza devota en lemas vacíos que son el reflejo de una época pasada.

Una advertencia que podría tener eco no solo en Estados Unidos, sino en cualquier otro país en que religión y política se mezclan y confunden, casi siempre con turbios resultados.





Fuente: PijamaSurf.com
Referencias: 1. What's God got to do with it? By Michael Shermer / LATimes.com





+ Leer más...