lunes, 4 de abril de 2011

La fanática hoguera de una diminuta iglesia prende la mecha del odio global

La quema de un ejemplar del Corán hace dos semanas en una pequeña ciudad de Estados Unidos -ignorada a propósito- desata una matanza en Afganistán. La amenaza de una gran falla alimentada de Coranes con motivo del noveno aniversario del 11-S no se concretó pero fue noticia mundial. El pastor Terry Jones, al frente de la diminuta iglesia de Gainesville (Florida), fanático e iluminado, solo dio marcha atrás después de recibir una llamada del secretario de Defensa de Estados Unidos, Robert Gates, en la que le conminaba a no hacerlo ya que estaba poniendo en peligro la vida de personas inocentes y soldados norteamericanos. Las cadenas de televisión apagaron las cámaras y cientos de periodistas volvieron a sus casas. No pasó nada.

Pero ese mismo odio irracional finalmente se escenificó el pasado 20 de marzo en esa misma Iglesia -conocida por el rebuscado nombre de Dove World Outreach Center y con menos de medio centenar de fieles-, durante el sermón dominical, y nadie tuvo noticia. Pasó totalmente desapercibido. Ninguno de los dos periódicos locales, ni el Gainesville Sun ni The Florida Alligator, recogieron el hecho de que Jones supervisó la quema de un Corán durante un simulacro de juicio en el que fue encontrado "culpable" y sometido a la hoguera como en los tiempos de la Inquisición. El diario USA Today logró, a través de su servicio de noticias religiosas, entrevistar brevemente por teléfono al pastor, quien relató lo ocurrido. La agencia de noticias France Presse lo contaba en un cable datado el 21 de marzo en Florida. No hubo ruido mundial. Eso fue todo. Excepto que como consecuencia de ese Corán abrasado ayer morían asesinados siete trabajadores de Naciones Unidas en la remota Mazar i Sharif, en el lejano Afganistán.

Jones insiste en que no rompió su palabra de que no volvería a sus ideas incendiarias. "No hemos roto ningún compromiso, aquella promesa tenía que ver con el Día Internacional de la Quema del Corán". Esto es otra cosa. Lo cuenta el pastor en la entrevista que concedió al diario USA Today, porque ni él ni ningún miembro de su raquítica organización pudo ser contactado ayer por este periódico. Los teléfonos de Dove World comunicaron durante todo el día. Los correos electrónicos se quedaron sin respuesta. Solo pasado el mediodía, la página web del Gainesville Sun publicaba un comunicado del religioso que se citaba a sí mismo a través de su plataforma Stand Up America.

"Nosotros, Stand Up America, encontramos que lo sucedido es una acción criminal y trágica", se lee en el comunicado. "Los disturbios de Afganistán son inaceptables para el Gobierno de Estados Unidos", prosigue el texto, para llegar a la cuestión de fondo defendida por el pastor Jones: "El islam no es una religión de paz. Ha llegado la hora de que hagamos responsables de sus actos a esa gente. Reclamamos que nuestro Gobierno tome medidas y se manifieste contra estos actos. Esta gente debe ser llevada ante la justicia".

Jones vive bajo la teoría de que el islam, de que "esa gente", está esperando la oportunidad de poder tomar el control de la sociedad estadounidense para imponer sus leyes. Autor de un libro titulado El islam es el diablo, Jones considera que "ha llegado el momento de que deje de tolerarse a los países dominados por los musulmanes que extiendan su odio contra el cristianismo". Esta era la única disculpa que ayer llegó del fanatismo que predica Jones, si es que alguien esperaba alguna.

El Corán que se quemó el 20 de marzo ardió durante 10 minutos (video). El hombre que expulsó el mal con fuego fue el pastor Wayne Sapp, bajo la atenta mirada de Jones y poco más de 30 seguidores, aunque el acto de redención era abierto al público. La hoguera fue el final del juicio a la que la Iglesia de Gainesville condenó al Corán. Tras ser encontrado "culpable" de todos sus "crímenes", el acusado fue "ejecutado", en palabras del propio Jones. El jurado había deliberado durante ocho minutos. No le hizo falta más tiempo para considerar que el libro sagrado de los musulmanes promueve "el mal y la violencia". El Corán había sido regado anteriormente durante una hora con queroseno. Cuando llegó el veredicto solo hizo falta aplicarle fuego -con un mechero de barbacoas- para que ardiera, sobre una bandeja de metal, en el centro de la Iglesia. Jones consideró el evento un éxito. "Esta es una de esas experiencias que solo se tienen una vez en la vida", declaró el pastor.

Una cadena de provocaciones

• Julio de 2010. Terry Jones, pastor de una pequeña parroquia pentecostal de Florida, convoca a través de Internet el Día Internacional de la Quema del Corán para el 11 de septiembre. Jones considera el libro sagrado islámico un texto que incita a comportamientos violentos y radicales.

• Agosto de 2010. La convocatoria de Jones atrae paulatinamente la atención de usuarios de Internet y, sucesivamente, la de medios informativos. La polémica sobre la iniciativa del pastor viaja en paralelo con el gran debate nacional que se desarrolla en Estados Unidos sobre el proyecto de construcción de un centro islámico -dotado de instalaciones culturales, deportivas y de una zona de rezo- a dos manzanas de la zona cero de Manhattan. La iniciativa de Jones produce un rechazo prácticamente unánime. Amplios sectores de la derecha estadounidense, encabezados por Sarah Palin, consideran inaceptable el proyecto islámico en Nueva York.

• Septiembre de 2010. Manifestaciones de protesta contra la convocatoria de Jones son celebradas en varios países. Entre ellos figuran Afganistán, Pakistán, India e Indonesia. En algunos casos las concentraciones son violentas. La tensión crece, y la cúpula política estadounidense ejerce una gran presión sobre el pastor para que renuncie al acto. El día 9 de septiembre, Jones anuncia su marcha atrás.

• Marzo de 2011. El día 10, el Congreso estadounidense abre una comisión de investigación sobre la radicalización de los musulmanes en EE UU, lo que genera temores de una vuelta a la caza de brujas de McCarthy. El día 20, los pastores Terry Jones y Wayne Sapp celebran un "juicio al Corán" organizado en la parroquia de Jones. A finales de marzo, dos cristianos son asesinados y una iglesia resulta quemada en ataques justificados como respuestas al acto de Sapp y Jones.*



Una multitud tomó por asalto la sede de la ONU en una ciudad del norte afgano. Mataron a 8 empleados y guardias. Dos fueron decapitados. Fue en represalia al acto de un pastor estadounidense que hace unos días incendió el libro sagrado.

En un día de furia religiosa, motivada por la quema de un ejemplar del Corán en Estados Unidos hace unos días, una multitud tomó por asalto la sede de las Naciones Unidas (ONU) en la ciudad de Mazar e Sharif, al norte de Afganistán, y asesinó a ocho empleados de ese organismo internacional. También murieron cuatro manifestantes a manos de los guardias.

Las víctimas del ataque son cinco hombres de seguridad del organismo, de nacionalidad nepalí, y tres funcionarios de origan rumano, noruego y sueco. Entre ellos hay una mujer, aunque no se la identificó. El jefe de la misión internacional resultó herido durante el ataque, pero logró sobrevivir.

El origen de esta manifestación de cólera musulmana hay que buscarlo en la polémica práctica que llevó adelante una iglesia evangélica de Gainesville, en Florida. El pastor Terry Jones, que lidera la comunidad, había anunciado en septiembre del año pasado que iba a quemar un Corán para conmemorar el aniversario del ataque a las Torres Gemelas. Finalmente no lo hizo porque le llovieron críticas de todo el mundo e, inclusive, del propio presidente Barack Obama. Pero hace sólo 10 días, Wayne Sapp, otro pastor de la misma iglesia, terminó llevando a cabo la promesa de Jones.

El ultraje al sagrado libro islámico generó una ola de indignación en el mundo musulmán y derivó en las protestas de ayer en Afganistán, un país en guerra y con una sociedad muy conservadora en lo religioso. Hubo masivas marchas en varias ciudades, como en Nimroz, Bamiyán y Herat. En todas ellas los manifestantes se dispersaron pacíficamente. No fue así en Mazar e Sharif.

En esa tranquila ciudad del norte afgano, de una gran riqueza en sitios arqueológicos musulmanes y helenísticos, la manifestación comenzó a las 13.30, después de la tradicional oración del viernes. La multitud se dirigió a la sede de la UNAMA, denominación que se le da a la misión de la ONU en Afganistán, y comenzó a arrojarle piedras. En un momento la protesta se radicalizó porque, según la versión de la policía local, entre los manifestantes había “talibanes infiltrados”. Lo cierto es que la turba terminó atacando a los guardias, los mató y les quitó las armas. Luego asaltaron el edificio, asesinaron a otros tres empleados en el interior y finalmente lo incendiaron.

El jefe de de la policía local, Sher Mohammad Durani, confirmó que “ocho extranjeros fueron asesinados y uno quedó herido”. Y agregó que por lo menos dos de ellos fueron decapitados. “Sabemos que, en al menos dos casos, los manifestantes golpearon con martillos los cuellos de los trabajadores para decapitarlos”, contó a los periodistas.

El secretario general de la ONU, Ban Ki Moon, condenó el ataque y lo calificó de “cobarde”. “Este fue un ataque atroz contra personal de la ONU, que no puede justificarse bajo ninguna circunstancia y que condeno en los términos más contundentes”, sostuvo.

En el mismo sentido se pronunció el presidente de Estados Unidos, Barack Obama: “Destacamos la necesidad de calma e instamos a todas las partes a rechazar la violencia y resolver las diferencias a través del diálogo”. “Los valientes hombres y mujeres de Naciones Unidas realizan su trabajo en apoyo del pueblo afgano. Su trabajo es esencial para construir un Afganistán más fuerte para el beneficio de todos sus ciudadanos”, agregó.

Palabras duras se lanzaron también desde la Unión Europea y la Organización del Tratado del Atlántico del Norte. Catherine Ashton, jefa de la diplomacia de la UE, afirmó que “este es otro ejemplo desafortunado de cómo la ignorancia, la intolerancia y una agresión sin sentido pueden convertir en víctimas a personas completamente inocentes”. Anders Fogh Rasmussen, secretario general de la alianza militar occidental, en tanto, señaló que “las víctimas de estos ataques se dedicaban a ayudar al pueblo afgano a vivir mejor. Al atacarlos han demostrado que no les importa lo que la ONU y toda la comunidad internacional intentan hacer en beneficio de todos los afganos”.

El incidente es visto como un desastre para las Naciones Unidas y las fuerzas internacionales en el país, donde hay 132.000 soldados extranjeros –dos terceras partes son estadounidenses– que apoyan al gobierno afgano en su lucha para frenar a los talibanes. Mazar e Sharif es una de las siete zonas escogidas para inaugurar el proceso llamado de “transición”, por el cual las fuerzas extranjeras cederán la responsabilidad de la seguridad a las fuerzas afganas a partir del 1 de julio.

Si el personal de la ONU no se puede establecer con cierta paz en el país, es muy probable que la organización se vea obligada a considerar el cierre o reducir drásticamente sus operaciones en Afganistán. Por el momento, las autoridades emitieron la orden de aplicar el protocolo “ciudad blanca”, lo que obliga a todo el personal a encerrarse en sus casas y evitar salir a la calle .


“No nos sentimos responsables”

El pastor Terry Jones, que dirige la iglesia de Gainesville donde se quemó el ejemplar del Corán, dijo que estaban “consternados” por lo sucedido, pero que no eran culpables de haber desencadenado la matanza. “No nos sentimos responsables por lo que ocurrió. Los elementos radicales del Islam toman esto como una excusa para promover sus actividades violentas”, sostuvo.


Es más, lanzó nuevas frases en contra del islam. “Lo que nos gustaría es ver a EE.UU. poniéndose de pie, a las Naciones Unidas poniéndose de pie. Es hora de dejar de ignorar la violencia que existe en países musulmanes como Pakistán y Afganistán”, afirmó.**




* Fuente: ElPais.com
Autor: Yolanda Monge / Washington
**Fuente: Clarin.com



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